Sunday, December 06, 2015

"La Aurora"


Anoche asistí a un concierto maravilloso: en la primera parte pudimos disfrutar de “El amor brujo” de Manuel de Falla en adaptación para orquesta y grupo flamenco con baile. No obstante, esta publicación está inspirada en la segunda parte de la “Noche de gala española” donde el folklore búlgaro se encontró con el flamenco gracias al proyecto ESTRUNA. El coro “Nuevas voces búlgaras”, 6 mujeres y un hombre, cantó junto con el Arcángel (Francisco José Arcángel Ramos).

Uno de los cantes fue La Aurora de Nueva York (F. García LorcaPoeta en Nueva York, 1929-1930). El poema es una crítica social al hombre que se ha separado de la Naturaleza en busca de riquezas sin sentido, dejando atrás los sentimientos puros como amor y compasión. Es un poema aterrador que te hace pensar, como dijo mi madre cuando se lo traduje, “¡Pobre García Lorca, lo que habrá visto por allí!” Es verdad, el poeta seguro que habrá “visto”, sentido muchas y muy horribles cosas, pero, ¿acaso no es en esos momentos cruciales de dolor, de sufrimiento, cuando nacen las mejores obras? Y esta es una verdadera obra maestra. El caos industrial de Nueva York en esa época no está sólo en las imágenes, sino también en la forma: el verso es irregular, subrayando de esta manera el desorden y la vaguedad de la metrópoli.

Si les interesa, aquí una chica ha elaborado en forma de presentación un análisis bastante bueno del poema, que me ayudó mucho, aclarándome algunos símbolos. 

© Hristiana Bobeva


LA AURORA

La aurora de Nueva York tiene
cuatro columnas de cieno
y un huracán de negras palomas
que chapotean las aguas podridas

La aurora de Nueva York gime
por las inmensas escaleras
buscando entre las aristas
nardos de angustia dibujada.

La aurora llega y nadie la recibe en su boca
porque allí no hay mañana ni esperanza posible.
A veces las monedas en enjambres furiosos
taladran y devoran abandonados niños.

Los primeros que salen comprueban con sus huesos
que no habrá paraíso ni amores deshojados;
saben que van al cieno de números y leyes,
a los juegos sin arte, a sudores sin fruto.

La luz es sepultada por cadenas y ruidos
en impúdico reto de ciencia sin raíces.
Por los barrios hay gentes que vacilan insomnes
como recién salidas de un naufragio de sangre.

Federico García Lorca

Ilustración del poema gracias a Eduardo del Río y su arte.

Sunday, November 15, 2015

A wonderful fact to reflect upon, that every human creature is constituted to be that profound secret and mystery to every other.

Charles Dickens

From the 2013 film The Invisible Woman, starring Ralph Fiennes and Felicity Jones.

Thursday, November 12, 2015

"...love as the Ancients understood it..."


[...] And then she fell in love. She fell in love silently, obstinately – perhaps helplessly. It came slowly, but when it came it worked like a powerful spell; it was love as the Ancients understood it: an irresistible and fateful impulse – a possession! Yes, it was in her to become haunted and possessed by a face, by a presence, fatally, as though she had been a pagan worshipper of form under a joyous sky - and to be awakened at last from that mysterious forgetfulness of self, from that enchantment, from that transport, by a fear resembling the unaccountable terror of a brute...”

Joseph Conrad, “Amy Foster”

From the 1997 film, based on the story,  Swept from the sea, starring Rachel Weisz and Vincent Pérez.

Wednesday, October 28, 2015

"Un día..."

Andas por esos mundos como yo; no me digas
que no existes, existes, nos hemos de encontrar;
no nos conoceremos, disfrazados y torpes
por los caminos echaremos a andar.

No nos conoceremos, distantes uno de otro
sentirás mis suspiros y te oiré suspirar.
¿Dónde estará la boca, la boca que suspira?
Diremos, el camino volviendo a desandar.

Quizá nos encontremos frente a frente algún día,
quizá nuestros disfraces nos logremos quitar.
Y ahora me pregunto... cuando ocurra, si ocurre,
¿sabré yo de suspiros, sabrás tú suspirar?


Alfonsina Storni

Una de las escenas finales de la película 
«El fabuloso destino de Amélie Poulain»

Monday, October 26, 2015

The Universe in a chestnut shell


I remember the autumn walks with my mother and brother, again is Stara Zagora. Our favourite thing was picking chestnuts. Those trees, for me were directly related to the city, there was their natural habitat. And it was a true miracle, having found a chestnut still its shell, to peel it and hold it in your hand, so warm and fresh and pure... 
I think this is another childhood treasure, along with book stores, that I still cherish – something so simple, and yet marvellous!

© 2015, Cristiana Bobeva


* * *

[…] It is a sunny fall afternoon and I'm engaged in one of my favourite pastimes – picking chestnuts. I'm playing alone under the spreading, leafy, protective tree. […] The city, beyond the lacy wall of trees, is humming with gentle noises. The sun has just passed its highest point and is warming me with intense, oblique rays. I pick up a reddish brown chestnut, and suddenly, trough its warm skin, I feel the beat as if of a heart. But the beat is also in everything around me, and everything pulsates and shimmers as if it were coursing with the blood of life. Stooping under the tree, I'm holding life in my hand, and I am in the center of a harmonious, vibrating transparency. For that moment, I know everything there is to know. I have stumbled into the very center of plenitude, and I hold myself still with fulfillment, before the knowledge of my knowledge escapes me. 


Eva Hoffman, Lost in Translation



Sunday, October 25, 2015

On whose threshold we stand humble acolytes...



The paragraph that I leave you here brought to my mind a very vivid memory from my childhood, although a bit different from the text above. When I was little, every time my family visited my father's home town – Stara Zagora, the two of us with my brother had a very important ritual. We just had to visit one of the big book-stores in the city called Pingvinite (The Penguins). I was so indescribably happy to smell the aroma of new books, to choose The One that I would bring home with me... I believe I still have this obsession with book-stores.
© 2015, Cristiana Bobeva

* * *

Every two weeks or so, my mother takes me to the library to provide for my next fortnight's reading. Every time, I anticipate the event as if it were a trip into Sesame itself. The library is located in a narrow, old street, in an ancient building, which one enters through a heavy wooden door. The interior is Plato's cave, Egyptian temple, the space of mystery and magic, on whose threshold I stand a humble acolyte. It is yellowly lit, smoky with dust and respectful whispers, and behind the counters, which stop the customers from entering farther, it reveals deep, ceiling-tall rows if shelves. When your turn comes, one of the guardians of the mysteries – most of them bespectacled women in black, satiny versions of a nurse's uniform – approaches for a consultation. My mother mentions some author or title she's interested in. And as for me – what might I want to read next? And adventure story? A boarding school novel? Something historical? The very thought of these possibilities makes the next two weeks a terrain of potential pleasure. The guardian then quietly vanishes into the cavernous interior, to emerge with a sack of musty, yellow-paged volumes. I open them; I sniff their aged smell; I read a few words; some of them have illustrations at which I look greedily; then I have to choose from the riches of Araby.

Eva Hoffman, Lost in Translation



Friday, October 23, 2015

Cuando el libro es como una caja de recuerdos


Acabo de leer uno de los libros más raros con los que me he cruzado. A ratos me aterraba, a ratos me aburría, pero, de alguna forma quizá un poco extraña, traía en sí tantas cosas que me llevé de Cádiz que me fue imposible dejarlo.

El librero Juan Manuel Fernández (una de las personas que más saben de literatura en Cádiz)
frente a su librería Manuel de Falla, en la plaza Mina,
de donde me compré La insoportable levedad del ser de Milan Kundera.

Thursday, October 01, 2015

Como los pájaros...

Me recomiendan un libro, yo confío y me encuentro con esta preciosidad que os dejo aquí. Y... ¡lo importante que es el trabajo del traductor! En búlgaro, la novela no me gustó nada, en castellano - me encanta. 

* * *

No es la necesidad, sino la casualidad, la que está llena de encantos. Si el amor debe ser inolvidable, las casualidades deben volar hacia él desde el primer momento, como los pájaros hacia los hombros de san Francisco de Asís. 

La insoportable levedad del ser, © 1984 by Milan Kundera
Traducción de Fernando de Valenzuela Villaverde


Monday, September 28, 2015

Cristalizan los momentos...

a D.


Esta mañana en la parada del autobús, luego ya de camino a la oficina y al final, entre llamadas, terminé la novela.
 

Por lo mucho que me gustó el libro, en todas las dimensiones que se valoran en una novela, porque me capturó, me embrujó y todavía no me he recuperado, siento ahora este vacío que dejan en ti las novelas que te llegan al..., al corazón, a todo tu ser quizá. Pero ahora hay también algo más, algo mucho más profundo... Porque Emilia y Daniel, sobre todo en las escenas finales, me hicieron revivir momentos esenciales de hace un mes, que si antes no se habían esfumado, ahora se me han venido encima con toda su intensidad, con toda su fuerza, como un puñal que se te queda clavado. 


Pero, estoy muy feliz.


© 2015, Cristiana Bobeva


* * *

Tenía mi rostro entre sus manos y me miraba a los ojos, con esa mirada directa y limpia a través de la cual se podía avistar su interior. Me era difícil hablar. Las palabras «amor», «añoranza», «promesa» se habían transformado en recipientes demasiado reducidos para contener la magnitud de mis sentimientos. Permanecimos de pie, detenidos en ese contacto donde se cristalizaban los momentos que habíamos pasado juntos.
 

Carla Guelfenbein, Contigo en la distancia

© 2015, Carla Guelfenbein



Saturday, September 26, 2015

¡Lo que es leer un libro a tiempo!


Hace más o menos dos meses empecé a leer Rayuela. A finales de agosto ya estaba saltando por los últimos capítulos y decidí llevármela a Cádiz. Quería terminarla allí, durante esas dos semanas de vacaciones que tanto había esperado... Y así fue.

Como no puedo volver de España sin comprarme por lo menos un par de libros, me llevé cuatro. Uno fue Contigo en la distancia de Carla Guelfenbein. En uno de los capítulos iniciales, la protagonista, Emilia, cuenta cómo ha sido para ella descubrir los autores latinoamericanos y dice: "...estos tuvieron en mí el efecto huracanado de los eventos que nos cambian la vida. Recuerdo haber leído incontables veces la muerte del pequeño Rocamadour. Su cuerpo afiebrado, los sones de Brahms, la lluvia, la distancia derrotada de Oliveira, los golpes secos del viejo y su bastón sobre sus cabezas, la oscuridad y luego la evidencia irrefutable de la muerte." ¡Me impresioné tanto! Porque para mí significaban lo mismo. García Márquez fue el primer escritor hispano que leí de forma seria y de alguna manera, terminó por ser parte de mí misma. Luego, Carpentier me hizo viajar hacia los orígenes de la música y del mundo y Vargas Llosa me mantuvo agarrada por el cuello con tanta fuerza mientras me revelaba el horrible secreto de Urania... Y después, de golpe volví a sentir la sofocante angustia de aquellos momentos de la Rayuela: el corazón se me había encogido y había necesitado tiempo para recuperarme. Y es que todos estos elementos que Emilia menciona constituyen, para mí, el cuadro más oscuro y doloroso del libro.

Al rato, me pregunté qué habría pasado si no hubiera leído Rayuela. La respuesta es sencilla: nada. No habría entendido, ni mucho menos sentido absolutamente nada. Quizá ni siquiera me habría enterado de qué libro se trataba. Parece que el juego no tiene final...

© 2015, Cristiana Bobeva




Saturday, September 19, 2015

¡Fuego!

[…] Un repentino estruendo me sacó de mi arrobamiento, haciéndome estremecer con violentísima sacudida. Había sonado el primer cañonazo.
Un navío de la retaguardia disparó el primer tiro contra el Royal Sovereign, que mandaba Collingwood. Mientras trababa combate con éste el Santa Ana, el Victory se dirigía contra nosotros. En el Trinidad todos demostraban gran ansiedad por comenzar el fuego; pero nuestro comandante esperaba el momento más favorable. Como si unos navíos se lo comunicaran a los otros, cual piezas pirotécnicas enlazadas por una mecha común, el fuego se corrió desde el Santa Ana hasta los dos extremos de la línea.
El Victory atacó primero al Redoutable, francés, y rechazado por éste, vino a quedar frente a nuestro costado por barlovento. El momento terrible había llegado: cien voces dijeron ¡fuego!, repitiendo como un eco infernal la del comandante, y la andanada lanzó cincuenta proyectiles sobre el navío inglés. Por un instante el humo me quitó la vista del enemigo. Pero éste, ciego de coraje, se venia sobre nosotros viento en popa. Al llegar a tiro de fusil, orzó y nos descargó su andanada. En el tiempo que medió de uno a otro disparo, la tripulación, que había podido observar el daño hecho al enemigo, redobló su entusiasmo. […]

Benito Pérez Galdós, Trafalgar

The Battle of Trafalgar by William Clarkson Stanfield
Oil on canvas.

Saturday, September 12, 2015

Besayúname

cinco veces al día
o más.

Calienta de a poquito el café
y mis labios,
y huele el aroma suave
de mi piel.

Exprime la fruta
de mi cuerpo, y
bébeme zumo y miel.

Mordisquea la tostada
sin prisa, pero sin pausa.
Crújeme, Relame.

Besayúname despacito,
cinco veces al día
o más.
Y luego repite.

Úr Qazris



Mal de amores

Este párrafo me dejó sin aliento. El protagonista, Gabriel Araceli, cuenta a su amigo, el inglés lord Gray, cómo ha sufrido y sigue sufriendo por amor.

* * *

-El mundo se me cayó encima. Se apagó el sol... ¿No lo ve usted, hombre; no advierte las horribles tinieblas que nos rodean? Todo se oscureció, cielo y tierra, y el sol y la luna cayeron, como ascuas de un cigarro... Ella y yo nos separamos: leguas y más leguas, días y días y más días se pusieron entre nosotros; yo alargaba los brazos ansiando tocarla con mis manos; pero mis manos no tocaban sino el vacío. Ella subió y yo me quedé donde estaba. Yo miraba y no veía nada... estaba escondida: ¿dónde?, dirá usted... dentro de mi cerebro. Yo me metía las manos en la cabeza y escarbaba allí dentro; pero no la podía coger. Era una burbuja, una partícula, un átomo bullicioso y movible que me atormentaba en sueños y despierto. Quise olvidarla y no pude. De noche cruzaba los brazos y decía: «aquí la tengo; nadie me la quitará...». Cuando me dijeron que me había olvidado, no lo quería creer. Salí a la calle y todo el mundo se reía de mí. ¡Espantosa noche! Escupí al cielo y lo dejé negro... Me metí la mano en el pecho, saqué el corazón, lo estrujé como una naranja y se lo arrojé a los perros.

Benito Pérez Galdós, Cádiz


Thursday, September 10, 2015

Cuando "los cisnes callan..."





» Es horrible la poesía de estos tiempos, porque los cisnes callan, entristecidos por el luto de la patria, y de su silencio se aprovechan los grajos para chillar. […] 
Benito Pérez Galdós, Cádiz


Sigo redescubriendo...

De mis vacaciones en Cádiz, además de los recuerdos tan maravillosos, me llevé unos cuantos libros. Uno es Las Cortes de Cádiz y La Constitución de 1812, Alianza Editorial, 2012. El libro tiene dos partes: en la primera está la novela histórica Cádiz de Benito Pérez Galdós (forma parte de sus celebrados Episodios Nacionales) y en la segunda viene el texto íntegro de La Pepa.
Debo confesar que hace tiempo quise leer la novela, creo que durante mi estancia “Erasmus” en la ciudad, pero la manera de expresarse de Pérez Galdós no pudo capturarme, me pareció demasiado pomposa, grandilocuente... Sin embargo, ahora me fascina, es tan hermosa, tan precisa... Al leer, tengo la sensación de que el autor baila un vals con las palabras. Además, no he leído a otro autor que compare a una mujer mayor con un castillo.

© 2015, Cristiana Bobeva
* * *
Había pocas damas, por ser costumbre en los saraos de doña Flora que descollasen los hombres, no acompañados, por lo general, más que de una media docena de beldades venerables del siglo anterior, que, cual castillos gloriosos, pero ya inútiles, no pretendían ser conquistables ni conquistadas.

Benito Pérez Galdós, Cádiz


Saturday, August 22, 2015

A mi bisabuela materna que de vez en cuando me visita en sueños...

105

Morelliana.

Pienso en los gestos olvidados, en los múltiples ademanes y palabras de los abuelos, poco a poco perdidos, no heredados, caídos uno tras otro del árbol del tiempo. Esta noche encontré una vela sobre una mesa, y por jugar la encendí y anduve con ella en el corredor. El aire del movimiento iba a apagarla, entonces vi levantarse sola mi mano izquierda, ahuecarse, proteger la llama con una pantalla viva que alejaba el aire. Mientras el fuego se enderezaba otra vez alerta, pensé que ese gesto había sido el de todos nosotros (pensé nosotros y pensé bien, o sentí bien) durante miles de años, durante la Edad del Fuego, hasta que nos la cambiaron por la luz eléctrica. Imaginé otros gestos, el de las mujeres alzando el borde de las faldas, el de los hombres buscando el puño de la espada. Como las palabras perdidas de la infancia, escuchadas por última vez a los viejos que se iban muriendo. En mi casa ya nadie dice «la cómoda de alcanfor», ya nadie habla de «las trebes» —las trébedes—. Como las músicas del momento, los valses del año veinte, las polkas que enternecían a los abuelos.
Pienso en esos objetos, esas cajas, esos utensilios que aparecen a veces en graneros, cocinas o escondrijos, y cuyo uso ya nadie es capaz de explicar. Vanidad de creer que comprendemos las obras del tiempo: él entierra sus muertos y guarda las llaves. Sólo en sueños, en la poesía, en el juego —encender una vela, andar con ella por el corredor— nos asomamos a veces a lo que fuimos antes de ser esto que vaya a saber si somos.
(-96)

Julio Cortázar, RAYUELA






Friday, August 21, 2015

Ese pájaro...

El jazz no me gusta demasiado pero esta definición suya en RAYUELA es verdaderamente fascinante. Además, cuando leía el párrafo, me acordé que tenía guardada una foto que le quedaría muy bien. Bueno, seguro que hay mejores, pero al leer, me vino a la mente justo esta, por eso la dejo aquí. Creo que algún amigo o conocido de Facebook la había publicado en su perfil, pero ya no me acuerdo, el que la reconozca, que me escriba, por favor. No tengo ni la más mínima intención de violar derechos de autor.

Y ahora, dejémonos de habladurías, ¡que ya suena el jazz!

©Cristiana Bobeva

***
[…] ...y así va el mundo y el jazz es como un pájaro que migra o emigra o inmigra o transmigra, saltabarreras, burlaaduanas, algo que corre y se difunde y esta noche en Viena está cantando Ella Fitzgerald mientras en París Kenny Clarke inaugura una cave y en Perpignan brincan los dedos de Oscar Peterson, y Satchmo por todas partes con el don de ubicuidad que le ha prestado el Señor, en Birmingham, en Varsovia, en Milán, en Buenos Aires, en Ginebra, en el mundo entero, es inevitable, es la lluvia y el pan y la sal, algo absolutamente indiferente a los ritos nacionales, a las tradiciones inviolables, al idioma y al folklore: una nube sin fronteras, un espía del aire y del agua, una forma arquetípica, algo de antes, de abajo, que reconcilia mexicanos con noruegos y rusos y españoles, los reincorpora al oscuro fuego central olvidado, torpe y mal y precariamente los devuelve a un origen traicionado, les señala que quizá había otros caminos y que el que tomaron no era el único y no era el mejor, o que quizás había otros caminos, y que el que tomaron era el mejor, pero que quizá había otros caminos dulces de caminar y que no los tomaron, o los tomaron a medias... […]


Julio Cortázar, RAYUELA (cap. 17)


Saturday, August 08, 2015

Toco-Dibujo tu boca...

No quería publicar aquí el capítulo 7 de RAYUELA, porque es muy popular y está en todas partes. No obstante, un día en el trabajo, entre llamadas, se me ocurrió una idea muy interesante de la que los lectores hispano-búlgaros podrán disfrutar en plenitud. Sí, es bilingüe. Por una parte está dicho capítulo de la novela y por otra, una canción búlgara de fines de los ´70: “Risunka”/Dibujo/ del dúo, antes en la vida y en el arte, Mariana y Todor Traichevi. El cariño tan suave de la canción se cruza con el erotismo y la sensualidad del capítulo. Y con este enlace, ya de verdad tengo la sensasión de que estoy jugando a mi propia rayuela, eso sí, guiada por la obra maestra de Julio Cortázar. Pues bien, la canción dice así:

Quiero dibujarte,
no con lápiz o pincel,
te dibujo con mis labios.
[…]
Y en tus labios finos
me detengo mucho, mucho más...

© Cristiana Bobeva, traducción

***
7
Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano en tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.
Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y los ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua.
(-8)
Julio Cortázar, RAYUELA



134 - EL JARDIN DE FLORES




Conviene saber que un jardín planeado de manera muy rigurosa, en el estilo de los «parques a la francesa», compuesto de macizos, canteros y arriates dispuestos geométricamente, exige gran competencia y muchos cuidados.
Por el contrario, en un jardín de tipo «inglés», los fracasos del aficionado se disimularán con más facilidad. Algunos arbustos, un cuadro de césped, y una sola platabanda de flores mezcladas que se destaquen netamente, al abrigo de una pared o un seto bien orientados, son los elementos esenciales de un conjunto muy decorativo y muy práctico.
Si por desgracia algunos ejemplares no dan los resultados previstos, será fácil reemplazarlos por medio de trasplantes; no por ello se advertirá imperfección o descuido en el conjunto, pues las demás flores, dispuestas en manchas de superficie, altura y color distintos, formarán siempre un grupo satisfactorio para la vista.
Esta manera de plantar, muy apreciada en Inglaterra y los Estados Unidos, se designa con el nombre de mixed border, es decir, «cantero mezclado». Las flores así dispuestas, que se mezclan, se confunden y desbordan una sobre otras como si hubieran crecido espontáneamente, darán a su jardín un aspecto campestre y natural, mientras que las plantaciones alineadas, en cuadrados y en círculos, tienen siempre un carácter artificial y exigen una perfección absoluta.
Así, por razones tanto prácticas como estéticas, cabe aconsejar el arreglo en mixed border al jardinero aficionado.

Almanaque Haehette


(-25)
  
Julio Cortázar, RAYUELA

  

Sunday, July 26, 2015

Mi RAYUELA

Hace mucho que quería leer a la Rayuela de Julio Cortázar. En realidad, la empecé cuando todavía estaba en la carrera de Letras Hispánicas, pero en una edición crítica de Cátedra en la que las notas al pie de página ocupaban no sólo el “pie”, sino la página entera casi. Apenas leí el primer capítulo: las referencias francesas, aunque explicadas en detalle, o quizá justo por esa razón, me agobiaron muy pronto. Lo confesé a mi profesora de Literatura Hispanoamericana y ella me dijo que Rayuela se debía leer con calma, cuando uno ya sentía que el momento de empezar el juego había llegado. Yo quise leerla cuando tenía pendiente el fin de la carrera, hacía las prácticas obligatorias de dar clases de lengua en una escuela y trabajaba como voluntaria en una biblioteca. Y pues, no, no nos entendimos con el maestro Cortázar.

Ahora sí que nos llevamos de maravilla, me fascina su manera de sacarme de la realidad desde la primera línea, con él logro escaparme de mí misma de una manera muy suave y paulatina y cuando más lo necesito.

La historia de cómo conseguí mi ejemplar cubano del 1969, edición de Casa de Las Américas, también es muy interesante. Estaba en el mercado de libros en el centro de Sofía, buscando en un puesto de libros viejos la novela Litse (“cara”/ “persona” en búlgaro) de Blaga Dimitrova. El hombre revisó su lista, escrita con letra de otras épocas, en una libreta que estaba a punto de deshacerse por lo antigua que era, y me dijo que sí, que tenían la novela. Llamó a una mujer que estaba en el “almacén”, le explicó en cuál de los cajones se encontraba mi novela y le pidió que la trajera al puesto. Mientras estábamos esperando, me puse a revisar los libros en castellano que había y de repente vi a Rayuela. Mostré mi sorpresa y alegría y el librero me preguntó “¿De verdad es tan famoso y significativo este libro?”. Yo, con todo el entusiasmo del mundo, le expliqué que es uno de los pilares de la literatura hispanoamericana contemporánea. Él, en vez de subir el precio del libro por las nubes viendo lo mucho que lo quería (práctica común para cualquier vendedor), me dijo “Te lo doy por 5 levas” (2.50 euros).

El prefacio, “Cortázar y el comienzo de la otra novela”, de José Lezama Lima, es uno de los pocos que han logrado mantener mi interés hasta el final. Aquí les dejo una cita breve, preciosa...
© Cristiana Bobeva


***
[…] «Por su parte, dice Cortázar, las rayuelas, como casi todos los juegos infantiles, son ceremonias que tienen un remoto origen místico y religioso. Ahora están desacralizadas, por supuesto, pero conservan en el fondo algo de su antiguo valor sagrado.»


Saturday, July 18, 2015

На сутринта


Толкова му е нужно на мъжа – да заспи в топлината на една жена, за да забрави лошите сънища. И да се събуди като младенец.
Макар и с необичайно за него закъснение, той се вдига бодър. Отваря прозореца и пуща деня вътре. Въздухът и светлината нахлуват в един поток. По-силна е светлината, по-свеж – въздухът, когато са слени. […]

 
Блага Димитрова, Лице



Friday, July 17, 2015

Горчивият спомен

Само дълбоките дири значат истински изживян живот. И най-вълшебният миг сякаш не е съществувал, щом не е оставил своя следа, свидетелство за истинността си. Инак по какво се отличава от един сън? Споменът за сладките мигове горчи, ако тоя спомен не се е материализирал в нещо живо, трайно, самостоятелно. И най-чудната любов не радва, ако от нея не се роди една детска усмивка, едно дръзко дело или поне една песен.

Блага Димитрова, Пътуване към себе си


Saturday, June 13, 2015

На вечеря...

Сядаме един срещу друг. Постлал е чиста бяла покривка. Аз съм още в черната рокля. Всекидневната вечеря – препечен хляб, масло, сирене и чай – изглежда празнична. По безмълвно споразумение не включваме радиото, за да не заглушим тихото отзвучаване на симфонията в душите си. Смутени, тържествени, разчупваме хрускавите филийки. Поемам вечерята на малки хапки и бавни глътки, с уважение. Ако би било в силите ни, така бихме разтегнали на дълги глътки и концерта тази вечер. Мълчанието до известни дълбочини е достъпно, но оттам нататък крие подводни рифове. Тъкмо прехвърляме опасната граница, и едновременно отваряме уста да заговорим:
Изпълнението... — подхваща той.
Знаете ли... — заеквам аз.

Блага Димитрова, Лице

Едва ли има снимка, която да изобрази тази нежност, това почти „свещенодействие“ на простичката вечеря след вълшебния концерт. Ето защо няма никакво изображение, нека всеки читател си представи картината, с усещанията и аромата...

© Христиана Бобева