a D.
Esta
mañana en la parada del autobús, luego ya de camino a la oficina y
al final, entre llamadas, terminé la novela.
Por
lo mucho que me gustó el libro, en todas las dimensiones que se
valoran en una novela, porque me capturó, me embrujó y todavía no
me he recuperado, siento ahora este vacío que dejan en ti las
novelas que te llegan al..., al corazón, a todo tu ser quizá. Pero
ahora hay también algo más, algo mucho más profundo... Porque
Emilia y Daniel, sobre todo en las escenas finales, me hicieron
revivir momentos esenciales de hace un mes, que si antes no se habían esfumado, ahora se me han venido
encima con toda su intensidad, con toda su fuerza, como un puñal que
se te queda clavado.
Pero,
estoy muy feliz.
© 2015, Cristiana
Bobeva
*
* *
Tenía
mi rostro entre sus manos y me miraba a los ojos, con esa mirada
directa y limpia a través de la cual se podía avistar su interior.
Me era difícil hablar. Las palabras «amor»,
«añoranza», «promesa» se habían transformado en recipientes
demasiado reducidos para contener la magnitud de mis sentimientos.
Permanecimos de pie, detenidos en ese contacto donde se cristalizaban
los momentos que habíamos pasado juntos.
Carla
Guelfenbein, Contigo
en la distancia
©
2015, Carla
Guelfenbein
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