Este párrafo me dejó sin aliento. El protagonista, Gabriel Araceli, cuenta a su amigo, el inglés lord Gray, cómo ha sufrido y sigue sufriendo por amor.
*
* *
-El
mundo se me cayó encima. Se apagó el sol... ¿No lo ve usted,
hombre; no advierte las horribles tinieblas que nos rodean? Todo se
oscureció, cielo y tierra, y el sol y la luna cayeron, como ascuas
de un cigarro... Ella y yo nos separamos: leguas y más leguas, días
y días y más días se pusieron entre nosotros; yo alargaba los
brazos ansiando tocarla con mis manos; pero mis manos no tocaban sino
el vacío. Ella subió y yo me quedé donde estaba. Yo miraba y no
veía nada... estaba escondida: ¿dónde?, dirá usted... dentro de
mi cerebro. Yo me metía las manos en la cabeza y escarbaba allí
dentro; pero no la podía coger. Era una burbuja, una partícula, un
átomo bullicioso y movible que me atormentaba en sueños y
despierto. Quise olvidarla y no pude. De noche cruzaba los brazos y
decía: «aquí la tengo; nadie me la quitará...». Cuando me
dijeron que me había olvidado, no lo quería creer. Salí a la calle
y todo el mundo se reía de mí. ¡Espantosa noche! Escupí al cielo
y lo dejé negro... Me metí la mano en el pecho, saqué el corazón,
lo estrujé como una naranja y se lo arrojé a los perros.
Benito Pérez Galdós, Cádiz
No comments:
Post a Comment