Monday, September 28, 2015

Cristalizan los momentos...

a D.


Esta mañana en la parada del autobús, luego ya de camino a la oficina y al final, entre llamadas, terminé la novela.
 

Por lo mucho que me gustó el libro, en todas las dimensiones que se valoran en una novela, porque me capturó, me embrujó y todavía no me he recuperado, siento ahora este vacío que dejan en ti las novelas que te llegan al..., al corazón, a todo tu ser quizá. Pero ahora hay también algo más, algo mucho más profundo... Porque Emilia y Daniel, sobre todo en las escenas finales, me hicieron revivir momentos esenciales de hace un mes, que si antes no se habían esfumado, ahora se me han venido encima con toda su intensidad, con toda su fuerza, como un puñal que se te queda clavado. 


Pero, estoy muy feliz.


© 2015, Cristiana Bobeva


* * *

Tenía mi rostro entre sus manos y me miraba a los ojos, con esa mirada directa y limpia a través de la cual se podía avistar su interior. Me era difícil hablar. Las palabras «amor», «añoranza», «promesa» se habían transformado en recipientes demasiado reducidos para contener la magnitud de mis sentimientos. Permanecimos de pie, detenidos en ese contacto donde se cristalizaban los momentos que habíamos pasado juntos.
 

Carla Guelfenbein, Contigo en la distancia

© 2015, Carla Guelfenbein



Saturday, September 26, 2015

¡Lo que es leer un libro a tiempo!


Hace más o menos dos meses empecé a leer Rayuela. A finales de agosto ya estaba saltando por los últimos capítulos y decidí llevármela a Cádiz. Quería terminarla allí, durante esas dos semanas de vacaciones que tanto había esperado... Y así fue.

Como no puedo volver de España sin comprarme por lo menos un par de libros, me llevé cuatro. Uno fue Contigo en la distancia de Carla Guelfenbein. En uno de los capítulos iniciales, la protagonista, Emilia, cuenta cómo ha sido para ella descubrir los autores latinoamericanos y dice: "...estos tuvieron en mí el efecto huracanado de los eventos que nos cambian la vida. Recuerdo haber leído incontables veces la muerte del pequeño Rocamadour. Su cuerpo afiebrado, los sones de Brahms, la lluvia, la distancia derrotada de Oliveira, los golpes secos del viejo y su bastón sobre sus cabezas, la oscuridad y luego la evidencia irrefutable de la muerte." ¡Me impresioné tanto! Porque para mí significaban lo mismo. García Márquez fue el primer escritor hispano que leí de forma seria y de alguna manera, terminó por ser parte de mí misma. Luego, Carpentier me hizo viajar hacia los orígenes de la música y del mundo y Vargas Llosa me mantuvo agarrada por el cuello con tanta fuerza mientras me revelaba el horrible secreto de Urania... Y después, de golpe volví a sentir la sofocante angustia de aquellos momentos de la Rayuela: el corazón se me había encogido y había necesitado tiempo para recuperarme. Y es que todos estos elementos que Emilia menciona constituyen, para mí, el cuadro más oscuro y doloroso del libro.

Al rato, me pregunté qué habría pasado si no hubiera leído Rayuela. La respuesta es sencilla: nada. No habría entendido, ni mucho menos sentido absolutamente nada. Quizá ni siquiera me habría enterado de qué libro se trataba. Parece que el juego no tiene final...

© 2015, Cristiana Bobeva




Saturday, September 19, 2015

¡Fuego!

[…] Un repentino estruendo me sacó de mi arrobamiento, haciéndome estremecer con violentísima sacudida. Había sonado el primer cañonazo.
Un navío de la retaguardia disparó el primer tiro contra el Royal Sovereign, que mandaba Collingwood. Mientras trababa combate con éste el Santa Ana, el Victory se dirigía contra nosotros. En el Trinidad todos demostraban gran ansiedad por comenzar el fuego; pero nuestro comandante esperaba el momento más favorable. Como si unos navíos se lo comunicaran a los otros, cual piezas pirotécnicas enlazadas por una mecha común, el fuego se corrió desde el Santa Ana hasta los dos extremos de la línea.
El Victory atacó primero al Redoutable, francés, y rechazado por éste, vino a quedar frente a nuestro costado por barlovento. El momento terrible había llegado: cien voces dijeron ¡fuego!, repitiendo como un eco infernal la del comandante, y la andanada lanzó cincuenta proyectiles sobre el navío inglés. Por un instante el humo me quitó la vista del enemigo. Pero éste, ciego de coraje, se venia sobre nosotros viento en popa. Al llegar a tiro de fusil, orzó y nos descargó su andanada. En el tiempo que medió de uno a otro disparo, la tripulación, que había podido observar el daño hecho al enemigo, redobló su entusiasmo. […]

Benito Pérez Galdós, Trafalgar

The Battle of Trafalgar by William Clarkson Stanfield
Oil on canvas.

Saturday, September 12, 2015

Besayúname

cinco veces al día
o más.

Calienta de a poquito el café
y mis labios,
y huele el aroma suave
de mi piel.

Exprime la fruta
de mi cuerpo, y
bébeme zumo y miel.

Mordisquea la tostada
sin prisa, pero sin pausa.
Crújeme, Relame.

Besayúname despacito,
cinco veces al día
o más.
Y luego repite.

Úr Qazris



Mal de amores

Este párrafo me dejó sin aliento. El protagonista, Gabriel Araceli, cuenta a su amigo, el inglés lord Gray, cómo ha sufrido y sigue sufriendo por amor.

* * *

-El mundo se me cayó encima. Se apagó el sol... ¿No lo ve usted, hombre; no advierte las horribles tinieblas que nos rodean? Todo se oscureció, cielo y tierra, y el sol y la luna cayeron, como ascuas de un cigarro... Ella y yo nos separamos: leguas y más leguas, días y días y más días se pusieron entre nosotros; yo alargaba los brazos ansiando tocarla con mis manos; pero mis manos no tocaban sino el vacío. Ella subió y yo me quedé donde estaba. Yo miraba y no veía nada... estaba escondida: ¿dónde?, dirá usted... dentro de mi cerebro. Yo me metía las manos en la cabeza y escarbaba allí dentro; pero no la podía coger. Era una burbuja, una partícula, un átomo bullicioso y movible que me atormentaba en sueños y despierto. Quise olvidarla y no pude. De noche cruzaba los brazos y decía: «aquí la tengo; nadie me la quitará...». Cuando me dijeron que me había olvidado, no lo quería creer. Salí a la calle y todo el mundo se reía de mí. ¡Espantosa noche! Escupí al cielo y lo dejé negro... Me metí la mano en el pecho, saqué el corazón, lo estrujé como una naranja y se lo arrojé a los perros.

Benito Pérez Galdós, Cádiz


Thursday, September 10, 2015

Cuando "los cisnes callan..."





» Es horrible la poesía de estos tiempos, porque los cisnes callan, entristecidos por el luto de la patria, y de su silencio se aprovechan los grajos para chillar. […] 
Benito Pérez Galdós, Cádiz


Sigo redescubriendo...

De mis vacaciones en Cádiz, además de los recuerdos tan maravillosos, me llevé unos cuantos libros. Uno es Las Cortes de Cádiz y La Constitución de 1812, Alianza Editorial, 2012. El libro tiene dos partes: en la primera está la novela histórica Cádiz de Benito Pérez Galdós (forma parte de sus celebrados Episodios Nacionales) y en la segunda viene el texto íntegro de La Pepa.
Debo confesar que hace tiempo quise leer la novela, creo que durante mi estancia “Erasmus” en la ciudad, pero la manera de expresarse de Pérez Galdós no pudo capturarme, me pareció demasiado pomposa, grandilocuente... Sin embargo, ahora me fascina, es tan hermosa, tan precisa... Al leer, tengo la sensación de que el autor baila un vals con las palabras. Además, no he leído a otro autor que compare a una mujer mayor con un castillo.

© 2015, Cristiana Bobeva
* * *
Había pocas damas, por ser costumbre en los saraos de doña Flora que descollasen los hombres, no acompañados, por lo general, más que de una media docena de beldades venerables del siglo anterior, que, cual castillos gloriosos, pero ya inútiles, no pretendían ser conquistables ni conquistadas.

Benito Pérez Galdós, Cádiz