El
jazz no me gusta demasiado pero esta definición suya en RAYUELA es verdaderamente fascinante. Además, cuando leía el párrafo, me acordé que
tenía guardada una foto que le quedaría muy bien. Bueno, seguro que hay mejores, pero al leer, me vino a la mente justo esta, por eso la
dejo aquí. Creo que algún amigo o conocido de Facebook la había publicado en
su perfil, pero ya no me acuerdo, el que la reconozca, que me
escriba, por favor. No tengo ni la más mínima intención de violar
derechos de autor.
Y
ahora, dejémonos de habladurías, ¡que ya suena el jazz!
©Cristiana
Bobeva
***
[…] ...y así va el mundo y el jazz es como un pájaro que migra o emigra
o
inmigra o transmigra, saltabarreras, burlaaduanas, algo que corre y
se difunde
y esta noche en Viena está cantando Ella Fitzgerald
mientras en París Kenny Clarke inaugura una cave y en Perpignan
brincan los dedos de Oscar Peterson, y
Satchmo por todas partes con
el don de ubicuidad que le ha prestado el Señor, en
Birmingham, en
Varsovia, en Milán, en Buenos Aires, en Ginebra, en el mundo
entero, es inevitable, es la lluvia y el pan y la sal, algo
absolutamente indiferente
a los ritos nacionales, a las tradiciones
inviolables, al idioma y al folklore: una
nube sin fronteras, un
espía del aire y del agua, una forma arquetípica, algo de
antes,
de abajo, que reconcilia mexicanos con noruegos y rusos y españoles,
los
reincorpora al oscuro fuego central olvidado, torpe y mal y
precariamente los
devuelve a un origen traicionado, les señala que
quizá había otros caminos y que
el que tomaron no era el único y
no era el mejor, o que quizás había otros
caminos, y que el que
tomaron era el mejor, pero que quizá había otros caminos
dulces de
caminar y que no los tomaron, o los tomaron a medias... […]
Julio
Cortázar, RAYUELA
(cap. 17)
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