No
quería publicar aquí el capítulo 7 de RAYUELA, porque
es muy popular y está en todas partes. No obstante, un día en el
trabajo, entre llamadas, se me ocurrió una idea muy interesante de la que
los lectores hispano-búlgaros podrán disfrutar en plenitud. Sí, es
bilingüe. Por una parte está dicho capítulo de la novela y por
otra, una canción búlgara de fines de los ´70: “Risunka”/Dibujo/
del dúo, antes
en la vida y en el arte,
Mariana y Todor Traichevi. El
cariño tan suave de la canción se cruza con el erotismo y la
sensualidad del capítulo. Y con este enlace, ya de verdad tengo la sensasión de que estoy jugando a mi propia rayuela, eso sí, guiada por la obra maestra de Julio Cortázar. Pues bien, la
canción dice así:
Quiero
dibujarte,
no
con lápiz o pincel,
te
dibujo con mis labios.
[…]
Y
en tus labios finos
me
detengo mucho, mucho más...
©
Cristiana Bobeva, traducción
***
7
Toco
tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como
si
saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se
entreabriera, y me basta
cerrar los ojos para deshacerlo todo y
recomenzar, hago nacer cada vez la boca
que deseo, la boca que mi
mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida
entre todas, con
soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano en
tu
cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente
con tu
boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.
Me
miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos
al
cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y los ojos se
agrandan, se acercan
entre sí, se superponen y los cíclopes se
miran, respirando confundidos, las bocas
se encuentran y luchan
tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas
la lengua
en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y
viene
con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan
hundirse en tu
pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo
mientras nos besamos como
si tuviéramos la boca llena de flores o
de peces, de movimientos vivos, de
fragancia oscura. Y si nos
mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un
breve y terrible
absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella.
Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento
temblar
contra mí como una luna en el agua.
(-8)
Julio
Cortázar, RAYUELA
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