Hace
mucho que quería leer a la Rayuela de
Julio Cortázar. En realidad, la empecé cuando todavía estaba en la
carrera de Letras Hispánicas, pero en una edición crítica de
Cátedra
en la que las notas al pie de página ocupaban no sólo el “pie”,
sino la página entera casi. Apenas leí el primer capítulo: las
referencias francesas, aunque explicadas en detalle, o quizá justo
por esa razón, me agobiaron muy pronto. Lo confesé a mi profesora
de Literatura Hispanoamericana y ella me dijo que Rayuela
se debía
leer con calma, cuando uno ya
sentía
que el momento de empezar el juego había
llegado. Yo quise leerla cuando tenía pendiente el fin de la
carrera, hacía las prácticas obligatorias de dar clases de lengua
en una escuela y trabajaba como voluntaria en una biblioteca. Y pues,
no, no
nos entendimos con el maestro Cortázar.
Ahora
sí que nos llevamos de maravilla, me fascina
su manera de sacarme
de la realidad desde la primera línea, con
él logro escaparme de mí
misma de una manera muy suave
y paulatina y cuando más lo
necesito.
La
historia de cómo conseguí mi ejemplar cubano del 1969, edición de
Casa de Las Américas,
también es muy interesante. Estaba en el mercado de libros
en el centro
de Sofía,
buscando en un puesto de libros viejos la novela Litse
(“cara”/ “persona” en
búlgaro) de
Blaga Dimitrova. El hombre revisó su lista, escrita con letra de
otras épocas, en una libreta que estaba a punto de deshacerse por lo
antigua que era, y me dijo que sí, que tenían la novela. Llamó a
una mujer que estaba en el “almacén”, le explicó en cuál de los cajones se encontraba mi novela y le pidió que la trajera al puesto. Mientras
estábamos esperando, me puse a revisar los libros en castellano que
había y de repente vi a
Rayuela. Mostré
mi sorpresa y alegría y el librero me preguntó “¿De verdad es
tan famoso y significativo este libro?”. Yo, con todo el entusiasmo
del mundo, le expliqué que es uno de los pilares de la literatura
hispanoamericana contemporánea. Él, en vez de subir el precio del
libro por las nubes viendo
lo mucho que lo quería (práctica
común para
cualquier vendedor), me dijo “Te lo doy por 5 levas” (2.50
euros).
El
prefacio, “Cortázar y el comienzo de la otra novela”, de José
Lezama Lima, es uno de los pocos que han logrado mantener mi interés
hasta el final. Aquí les dejo una cita breve, preciosa...
©
Cristiana Bobeva
***
[…]
«Por su parte,
dice Cortázar, las rayuelas, como casi todos los juegos infantiles,
son ceremonias que tienen un remoto origen místico y religioso.
Ahora están desacralizadas, por supuesto, pero conservan en el
fondo algo de su antiguo valor sagrado.»