Thursday, March 27, 2014

"Noche de luna llena..."

La ambigua claridad del satélite, trastornando las perspectivas, puebla de duendes la llanura. Son las noches de las pequeñas cosas que de lejos se ven enormes, de las distancias incalculables, de las formas disparatadas. De las sombras blancas apostadas al pie de los árboles, de los jinetes misteriosos, inmóviles en los claros de sabana, que desaparecen de pronto cuando alguien se queda mirándolos. Noches de viajar «con el escalofrío de capotera y la Magnífica en los labios» según decía Pajarote . Noches alucinantes en que hasta las bestias duermen inquietas.
 

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Las almas en pena que recorren sus malos pasos por los sitios donde los dieron; la Llorona, fantasma de las orillas de los ríos, caños o remansos, y cuyos lamentos se oyen a leguas de distancia; las ánimas que rezan a coro, con un rumor de enjambres, en la callada soledad de las matas, en los claros de luna de los calveros, y el Ánima Sola, que silba al caminante para arrancarle un padrenuestro, porque es el alma más necesitada del Purgatorio; la Sayona, hermosa enlutada, escarmiento de los mujeriegos trasnochadores, que les sale al paso, les dice: «Sígueme», y de pronto se vuelve y les muestra la horrible dentadura fosforescente, y las piaras de cerdos negros que Mandinga arrea por delante del viajero, y las otras mil formas bajo las cuales se presenta, todo se le había aparecido a Pajarote.


Rómulo Gallegos, Doña Bárbara

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